
08 Jul Mi llegada a Delhi

José Junco
Entusiasta de la Naturaleza y los Viajes
La llegada a Nueva Delhi fue como cualquier otra; lo que llamó mi atención es que se parecía un poco al México de los años 70.
Yo tenía que retirar mi maleta, pasar migración y después hacer check-in en el vuelo Nueva Delhi – Jaipur (esto se debió a que yo anexé ese vuelo al itinerario por aparte, no como vuelo de conexión, sino como otro vuelo independiente).

La migración fue igual de sencillo que entrar a México: revisan tu pasaporte, te ven a la cara, vuelven a ver el pasaporte, te vuelven a ver a la cara… Después de repetir la acción algunas veces más, te lo sellan y te dejan pasar. No me preguntaron nada, aunque ya llevaba una e-visa con duración de un mes.
Debo anotar en este punto, que la e-visa que llevaba impresa fue gracias a una chica de Bangladesh que trabaja en British Airways; ya que cuando yo tomaba el vuelo Londres – Delhi (donde no hay módulos de gente en los mostradores, todo es selfservice); tenía una duda sobre mi equipaje, y al preguntarle algo, me dijo que la visa me la iban a pedir impresa; pero le comenté que no tenía como imprimirla con cara de pena; para darle pena y que por pena me ayudara.
Dos minutos después de pensarlo, me dijo:“Déjame ir por el correo de la oficina que tenemos aquí para que lo mandes y yo te lo imprimo” ¡Wow! ¡Eso es servicio! Amo Britishairways, y desde mi salida de México (en vez de cobrarme 6 mil pesos por el sobrepeso de dos maletas, me cobraron 4,500 por subirme de categoría y ello cubriría el sobrepeso de ambas) solo han tenido destellos de grandeza conmigo y me han demostrado que aún existe el trabajo orientado hacia el servicio al cliente (situación que pienso se va extinguiendo poco a poco, porque simplemente las personas cada vez somos menos serviciales).
Regresó pronto con mi impresión, la cual presenté en migración y no tuve problema por ingresar.
El problema se presentó una vez que salí y tuve que volver a entrar; y es que nunca había visto tantos filtros de seguridad en un vuelo (después de haber tomado más de 25 vuelos el año pasado, me siento un juez calificado).
Desde afuera del aeropuerto no te dejan pasar si un policía no revisa tu reservación con tu identificación. Todos los filtros a los que hago mención -salvo el check in de mostrador-, son hecho por policías y no por gente del aeropuerto.
Una vez que pasé el cuarto filtro pude hacer check-in y dejar mi maleta, con lo que fui a puerta de embarque, la cual me dio la impresión de ser el aeropuerto de México en salidas nacionales un lunes a las 7 am (quien lea esto y haya tomado un viaje de esos, me entenderá).
Filas y filas y filas de gente, todos cargando maletas, haciéndose bolas entre ellos, a empujones solo por pasar el filtro de seguridad donde te escanean todo. Yo llegué 8:20 am a Delhi y mi vuelo hacia Jaipur salía a las 12 pm; pensaba que tenía el tiempo del mundo pero no, hasta llegó un momento en que pensé que perdería mi vuelo. Curiosamente la tormenta Ciara (que en teoría arrasaba Europa) no evitó que mi vuelo de Londres no saliera, pero el tumulto de gente en Delhi sí estaba poniendo en riesgo mi vuelo hacia Jaipur.
Al final de la sección donde escanean, después de quitarte hasta los zapatos (en pocos lugares te los quitan), nuevamente un policía revisa tu pase de abordar. Ya que lo revisa, te pasa con otro policía que lo vuelve a revisar y lo sella (nunca había visto eso, y me quedé con la duda de que hubiera pasado si lo llevaba en celular). Aquel no solo lo sella, sino que te lo hace firmar encima del sello pero no te lo quita, ¿por qué? No lo sé. Solo hasta ese punto puedes tomar tus zapatitos (tenis Adidas superstar en mi caso) y mi backpack con laptop, celulares, cartera, tokens, euros, etc (mi vida entera va en esa maletita).
Ya dentro del aeropuerto debo confesar que todo fue calma, y aunque me quedaba poco tiempo para abordar pude ir corriendo por un capuchino a “Costa”; negocio que desde Londres veo mucho y que parece la competencia directa de Starbucks. Fue mi primer contacto con las rupias, un capuchino grande cuesta 200 rupias. 1 dólar equivale 75 rupias aproximadamente. Así que 2.6 dólares por el café, nada caro para ser de aeropuerto.
Una vez que llegué a la sala de despegue (28A) me revisaron el bording pass (normal), pero pasando ese filtro a medio caminar, hubo un policía que te pide el pase nuevamente y peor aún, llegando a la puerta del avión otro policía (sentado en un banquillo) que lo revisa nuevamente. Claro que pensaba ‘¿será que a mí me ven cara de beduino o de terrorista árabe? Pero no, a todos parejo les hacen pasar por lo mismo.
Mi pase de abordar estaba a nada de que se despintara de tantas veces que lo manosearon…
Pero eso sí, a la llegada nadie se preocupa si te estás llevando la maleta incorrecta.
A mi lado en el avión me tocó una mujer argentina; no cruzamos palabra hasta que aterrizó el avión pero curiosamente venía al mismo proyecto. Lo primero que pensé fue “qué fortuna que haya alguien que hable español”.

En cuanto salí del aeropuerto, había una persona esperándome con el letrero de “Idex” (compañía que se encarga de hacer todo esto posible). Bastante agradable y sonriente, justo como me los imaginaba.
Me subió a una camioneta y me dejó elegir entre irme adelante o atrás; después de ver que se maneja como Inglaterra del lado derecho, no dudé en irme adelante y vivirlo como una experiencia; pero la verdadera experiencia no fue el ir de copiloto del lado izquierdo ¡sino el cómo manejan! Simplemente no lo podía creer; me quedé pensando en que rentar un coche en India sería misión imposible. Y es que en la calle circulan animales, personas, motos, bicis, tuk tuk (transporte típico de India) taxis y coches; y a pesar de que está marcado el pavimento con líneas ¡a nadie le importa!; hacen 5 carriles donde son 3, van y vienen en ambos sentidos sin importarles su seguridad y todos tocan el claxon al mismo tiempo. Si me pidieran definir la palabra caos en una foto, la tomaría ahí mismo. Parecía una escena de Mario Kart.
Treinta minutos después llegué a la casa Idex.
