India resulta un increíble viaje para los sentidos, y para el espíritu…
Un viaje generalmente implica encender tus sentidos; India se trata de, muchas veces, apagarlos. O más bien, de aprender a ver las cosas de manera diferente…
Dejar de ver la pobreza y la suciedad y enfocarte solo en las sonrisas y los colores brillantes. Dejar de oler la basura o las vacas y concentrarte en las especias y las flores. Dejar de escuchar el tráfico y las continuas bocinas de claxon para en cambio escuchar los susurros de toda esa gente que hace un esfuerzo por decirte amablemente ‘Hello’ o ‘Namaste’. Dejar de extrañar los sabores familiares de casa para abrir el paladar a texturas, y sensaciones diferentes. Perderle el miedo a quitarte los zapatos y caminar descalzo por los templos… Dejarse ir.
Cada esquina en India es un contraste; belleza en un espectacular monumento y cerca ver quizá una casa cayéndose a pedazos; y eso para los que tienen casa. Otros están sólo ahí: en la calle, en los parques, o en las plazas. Sin prisa, sin urgencia, ni queja.
Es sorprendente cómo la gente en India es tan feliz con tan poco; tienen recursos limitados, pero no parecen necesitar más; son plenos. La gente en este país tiene una actitud continuamente optimista y cada que pasas a su lado te miran con genuina curiosidad y entre sonrisas. No hay malicia. India es pura buena energía…
He tenido la oportunidad de visitar diferentes países alrededor del mundo, pero pocos me han tocado de la manera que lo hizo India. India te cambia, pero también, se queda contigo…
Lorem fistrum por la gloria de mi
Lorem fistrum por la gloria de mi
Lorem fistrum por la gloria de mi
Lorem fistrum por la gloria de mi
Lorem fistrum por la gloria de mi
Lorem fistrum por la gloria de mi